No empuje señora bajo en la próxima que ni usted es marquesa ni yo un miserable
mi generación suele ser más amable, más criticable
pero no escuchamos a nadie
cuando nos falta cariño es como si nos falta el aire
El metro aprisiona y aprisiona y a Laura le gusta lo suficiente como para relajar los hombros, allí, bajo tierra y rodeada de cuerpos anónimos, metida en un tren, lejos y lejos del cielo abierto.
A Lester el metro le es indiferente, como casi todo lo que le gusta a ella un poco más de un poco, pero ahí está, su cuerpo recostado en una barra de manera casi imposible, una cresta desafiante y ropa negra, una sonrisa de bobalicón mientras distrae a todos los incautos que se dejan distraer por un chico demasiado poco común y una chica mediocre que discuten a gritos sólo porque sí y de cosas que nunca son del todo mentira para ser una actuación.
En el mismo tren y nunca en el mismo vagón (una vieja estrategia), Gabe se está muriendo del asco. Se mueve como una culebrilla entre la gente y suspira y mete manos en bolsos y bolsillos como si no estuviera ahí, un fantasma encapuchado y con un mohín que en realidad sólo es una expresión de pánico corriente y moliente. La gente le roza al pasar, le pisan, le tocan y Gabe tiembla, pero hace su trabajo no (nunca) diligentemente pero sí con rapidez y sin quejarse, sobresaltado, asustado cada vez que una mujer de ojos demasiado amables o de expresión demasiado altanera le echa más de dos miradas, y mira que lleva años en esto pero nunca va a dejar de pasarle.
No somos ciegos cuando vemos humo es que hay fuego
comentarios cuando llego sucias batallitas de ego, cuidao que
no somos ciegos, diles que
donde vemos humo es que hay fuego
trampas en el juego
Cuando salen al exterior es Lester, el eterno Lester al que todo lo que le gusta aLaura le es indiferente pero todo lo que la agobia le molesta un poquito el que le acaricia la muñeca con dos dedos, un sólo segundo antes de limpiarse las lágrimas de risa por la enésima discusión falsa en el metro, una representación tan sencilla que si le dieran un Oscar por ella se lo regalaría a DiCaprio.
La reina de las cajas de zapatos mira el suelo y echa de menos su trastero, mientras Gabe se acerca con la mochila abultada y respirando hondo y nadie le toca, nadie se acerca a él porque necesita su espacio. Es rutinario, pero a Laura esa rutina le gusta y la agradece, bebe de ella como no bebería de nada más, y cada vez van más veces porque ella cuenta más que Gabe y más que Lester y es Alistair el que le dio el mando, y Alistair la quiere y la cuida como a una hija, y Laura jamás le ha agradecido nada a nadie que no sea a él.
(Esto es un trocito de Gas que no sé si acabaré incluyendo porque no me acaba de gustar, pero lo subo porque quería que conocierais a Laura, la reina de las cajas de zapatos y a Lester :)).)