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Ghost. We're all haunted here.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Te voy a doler.

Había llegado envuelta en sombras y vestida de negro porque era la forma más glamourosa y terrible que se le había ocurrido aquella misma mañana, entre sorbo y sorbo de café solo. Había llegado pisando fuerte y el eco de sus tacones había resonado en un pasillo demasiado angosto. Llevaba tacones altos, ella. Y andaba sin pausa, pero sin prisa. Nunca tenía prisa. Siempre la esperaban.

El mundo entero la esperaba.

Era todos los pasos en falso que llevaban a las peores consecuencias. Bailaba sobre el dolor. Entendía de fantasmas mejor que nadie, porque ella misma estaba a medio dibujar. Siempre lo estuvo. Buscaba secretos entre las grietas de la gente y los encontraba. Era la peor niña mimada de todas, una bomba a la que aún le quedaba por estallar. Hubiera estallado una y mil veces. Algunos contaban que ya había estallado en pedazos había mucho tiempo. Algunos decían que aquello era lo que quedaba.

Dylan temía que no fuera verdad.

Dylan tenía razón.

Llegó a media tarde y ni siquiera saludó. Tenía el pelo negro como el tizón, y los ojos que devolvían frío a las miradas curiosas eran hielo. Se lavó la sangre de las manos sin pronunciar palabra, mientras se preguntaba quién demonios había limpiado aquel baño y por qué se creía que aquello era limpiar. No sonreía. Tardaron mucho en verla sonreír. Tenía parte del corazón en otro sitio. La otra mitad estaba congelada. Entendía de medias tintas y sabía disolverlas. Sacaba de quicio a cualquiera sólo porque le divertía. Había matado a alguien antes de llegar y nadie se atrevió a hacerle preguntas.

La última medida desesperada de la Central se secó las manos y a Delilah le entró frío nada más sentir sus ojos. Hubo un momento en el que nadie respiró, salvo ella. A veces le pasaba. Todos tenían un poco de miedo. La última medida desesperada de la Central iba a dolerles. Todos lo sabían. Ella lo sabía. Se oyó un carraspe, el mundo intentó volver a destensarse. Louie se levantó, todo cicatrices sonrientes y ojos burlones, a ofrecerle un café y un beso en la mejilla. ¿Se conocían? Se conocían.

-Hace mucho que no nos veíamos, Snooks. 

2 comentarios:

  1. Tío, Louie, podías haber encontrado un nombre mejor, que ese ni me gusta ni le pega.
    Pero va, perdono porque en general me encanta cómo juntas a todos los bichos y porque escribes bonito.

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