There's beasts
And there's men
And there's something on this Earth
That comes back again
Lo habían llamado de mil maneras pero no creía en los nombres. Hacía poco que había empezado a creer en las palabras. Y ni siquiera eran todas.
Estaba hecho de fuego y era un poco triste que fuera cierto. Hubiera ardido cada vez que alguien encendía una cerilla. Cazaba mentiras como quien cazaba luciérnagas. Las tenía todas guardadas en un viejo bote de mermelada de moras. Siempre había sitio para un par mas.
(No creía en las luciérnagas.
Se parecían a los mosquitos.)
Ardería hasta el final, pero no creía en los grandes propósitos. No creía en los héroes. Pero tenía unos cuantos parches que podrían haber contado una buena historia. Pero es que él no era interesante. No lo había sido nunca, hombros de pájaro y demasiados rizos azabache. Seguía sin saber de qué color tenía los ojos, pero creía en las estrellas y tenía su propio universo en los brazos.
(No creía en los finales.
No creía en la muerte.
Porque nunca llegas a verla.
No era un descreído.
Pero no creía en nada.)
No dolía. Quemaba, hacia dentro. Carbonizaba, hacia fuera. Le brillaba el sarcasmo en las pupilas. Pillaba las bromas de Louie a la primera. Cuentan que una vez Sunday le salvó la vida. Él se la salvó a ella cinco. El cinco era el único número en el que se podía creer.
Bailaba sobre las brasas.
No creía en la música. Llevaba una bala colgando del cuello. El amor era como los accidentes graves. Sólo les pasaba a los demás. Mejor. Pero se podía tocar. Mejor todavía.
(No creía en Dios.
Porque todo ardía.)
La noche en que se quedaron atrapados con el frío quemó el diccionario que Jeff arrastraba a todas partes. Porque los libros ardían mal pero no se podía creer en los diccionarios, porque las palabras no se explican con palabras.
(No creía en los aves fénix.
Y eso que decían que era uno.)
Había tenido un pasado, de eso estaban seguros. Tal vez no lo supiera nadie. O tal vez sí, porque el borde derecho de la sonrisa de Sunday Boss era muy listo. Pero él no era interesante. No lo había sido nunca, nudillos grandes, ceño fruncido. Seguía sin saber de qué color tenía la mente, pero creía en el azul oscuro. No era interesante. Si le hubieran dejado incendiar el mundo, se hubiera quedado a mirar.
(No creía en las Grandes Hazañas.
Pero podía escuchar una Gran Historia.)
Pirómano. Lo había perdido todo y hubiera quemado el resto. No lloraba a sus muertos, porque ya no estaban y ya no existían. Decían que era imbécil. No sabía escribir. Decían que era muy listo. Pero nunca dijeron que fuera interesante. Nunca fue el suyo un cuento que quisiera ser contado.
Y sin embargo, era el mejor de todos.
Well you can't say (you can't say)
That my soul has died away (yay-yay-yay-yeah)
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